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Más de 70% de los yacimientos de litio se concentran en Sudamérica, pero recientemente yacimientos encontrados en México despertaron el interés de empresas trasnacionales, tanto mineras como automotrices.
Con el acelerador a fondo, la industria automotriz experimenta una transición del motor de combustión interna hacia el que funciona mediante la energía eléctrica concentrada en una batería de ion de litio, un elemento químico descubierto por casualidad en una isla sueca en 1817.
Por aquellos años ni el propio Johann Arfvedson, científico que detectó la presencia de un metal alcalino distinto a los entonces conocidos, llegó a imaginar el potencial que se escondía al interior de un material color blanco plata, hoy tan codiciado en la industria debido a que su elevado potencial electroquímico constituye un ánodo adecuado para las baterías eléctricas.
Aunque más del 70% de los yacimientos de litio se concentran en Sudamérica, desde hace un par de años los ojos del mundo voltearon hacia México ante el anuncio del descubrimiento de una zona que, se dice, posee uno de los depósitos más grandes en el mundo del denominado “Oro Blanco”, elemento clave para cambiar el rumbo de la historia automotriz.
Sin embargo, lo que parecía ser una gran noticia para los mexicanos, al ser analizada con detenimiento, bien puede considerarse una paradoja, pues la falta de tecnología adecuada y la inexperiencia para procesar litio, así como las trabas burocráticas para permitir que compañías extranjeras exploten el yacimiento de manera conjunta con el gobierno, podrían sepultar el sueño de que la nación azteca se convierta en una potencia energética.
Algo similar a lo que ocurrió con el petróleo y a lo que sucede actualmente con la generación de energía eólica y fotovoltaica.
Es decir que, con toda la mesa puesta para explotar la riqueza de sus recursos naturales y de su privilegiada posición geográfica, el histórico lastre de la idiosincrasia de quienes definen el rumbo del país una vez más le impediría dar el salto más grande y difícil de creer: crecer.
Las compañías extranjeras levantan la mano
Durante el sexenio calderonista se otorgaron importantes concesiones mineras al sector privado, en su gran mayoría financiadas con capital proveniente del extranjero.
El objetivo consistía en desarrollar proyectos de investigación en zonas inexploradas del occidente y norte del país, donde una vez detectado algún yacimiento los beneficios serían compartidos de manera proporcional de tal suerte que los mexicanos recibieran, por así decirlo, “una tajada —aunque pequeña— de su propio pastel”.
Asimismo, la Subsecretaría de Minería dio a conocer a través de un comunicado que el Servicio Geológico Mexicano lleva explorando áreas con posible riqueza mineral en Sonora, Jalisco y Puebla desde 2015.
El descubrimiento anunciado en febrero de 2019 del yacimiento de Litio en Bacadéhuachi, Sonora, es producto de una larga exploración efectuada por la compañía canadiense Bacanora Lithium y la firma china Ganfeng Lithium.
Ahora, el siguiente paso es inyectarle al proyecto cerca de 420 millones de dólares para crear toda la infraestructura necesaria que permita extraer grandes cantidades de litio para comercializarse a partir del 2023.
A primera vista la inversión suena fuerte, pero si se toma en cuenta que el valor del litio aumentará ante la demanda de baterías para fabricar vehículos eléctricos a nivel global, entonces las ganancias lucen muy atractivas para las compañías mineras.
En este sentido, el precio del codiciado metal alcalino ha repuntado de manera significativa, pues entre 2014 y 2018, la tonelada pasó de 6 mil 690 a comercializarse en un máximo histórico de 17 mil dólares en 2018. No obstante, con la pandemia su valor se estabilizó en 5 mil 599 dólares.
Quizá, a ello se deba que las autoridades mexicanas tengan registrados 31 proyectos de exploración de yacimientos de litio, de los cuales cerca de la mitad están a cargo de la firma mexico-canadiense OrganiMax Nutrient Corp.
Tan solo en Sonora se estima que existen reservas de Litio calculadas en 243 millones de toneladas, un verdadero atractivo para las mineras interesadas en hacer negocios.
El litio en manos del Estado
Al difundirse la versión de que México está llamado a convertirse en una potencia productora de litio, Alejandro Armenta Mier, senador de la República en representación del estado de Puebla, presentó una iniciativa donde plantea que la producción del elemento químico sea controlada por el Estado mediante la creación de una empresa, a la cual propuso llamar Litiomex.
Sin embargo, para lograr lo que plantea el funcionario tendría que reformarse el artículo 27 de la Constitución de México, algo muy complicado de lograr en un momento en que la administración encabezada por Andrés Manuel López Obrador ha provocado cierto descontento entre varios industriales del país al ponerle un freno de mano a varias inversiones en el sector energético.
Armenta Mier reconoce que el interés de que el gobierno controle el litio se basa en la derrama económica que representa, pues asegura es 4.5 veces mayor a la deuda externa de México.
“Ahí está una respuesta para darle solución al desastre económico que tenemos en nuestro país”, señaló en su momento ante diversos medios informativos.
El dilema de crear una nueva industria
Debido al papel que ha desempeñado México en la industria automotriz al ser considerado entre los cinco mayores productores de vehículos ligeros y en el Top 10 de los exportadores de autopartes, algunos industriales consideran que sería un error dejar pasar la oportunidad de comercializar litio a través de la creación de una nueva industria que le permita al país fungir más allá de ser un simple productor, pues terminaría sucediéndole algo similar a lo que le ocurre como nación productora de petróleo.
Y es que en virtud de que no cuenta con las refinerías adecuadas, el gobierno mexicano termina por comprarle gasolina a otros países, algo inaceptable al tener la materia prima en su propio subsuelo.
En lo referente al litio, el gobierno únicamente tendría que aliarse con compañías más avanzadas en conocimientos para presentar un proyecto que a ambas partes les permita obtener buenos dividendos. En este sentido, la inversión e infraestructura correría a cargo de la iniciativa privada.
A partir de una política industrial adecuada que genere valor agregado al litio se podría mejorar la economía del país en los próximos años, a la par de alcanzar la autosuficiencia energética que demanda el sector automotriz y otras áreas donde también se requiere del elemento químico.
México bien podría aprender de la experiencia de otros países como España que, pese a tener yacimientos más pequeños de litio, para desarrollar la infraestructura adecuada que le permita extraerlo y transformarlo, trabaja en un proyecto de ley que le permita asociarse con compañías del sector privado.
Negociaciones con la minería sudamericana
Mientras algunos gobiernos todavía no determinan la manera más adecuada para beneficiarse del litio, diversas firmas automotrices como Tesla han comenzado a negociar con los grandes productores de este elemento químico en Sudamérica.
En el caso de la compañía propiedad de Elon Musk busca llegar a un acuerdo con la empresa SQM de Chile para que esta le suministre el elemento clave en las baterías de sus vehículos, pues piensa fabricarlas por cuenta propia en el estado de Nevada.
“Vamos a empezar a construir nuestra propia instalación de cátodos en América del Norte. Localizando nuestra cadena de suministro y producción de cátodos podemos reducir las millas recorridas por todos los materiales que terminan en el cátodo en un 80%”, indicó en su momento Drew Baglino, vicepresidente senior de Ingeniería Energética y de Propulsión de Tesla, al ser cuestionado sobre el interés de negociar en Sudamérica.
Por su parte, la compañía japonesa Toyota firmó desde hace dos años un acuerdo para explotar el litio en Argentina, algo que refleja el interés de la industria automotriz por los vehículos eléctricos.
El contradictorio anuncio del Gobierno
Cuando los grandes fabricantes vehículos eléctricos ya celebraban el hecho de ubicar a México como la próxima cuna de litio y como su posible proveedor para impulsar a la industria automotriz, una inesperada declaración de Graciela Márquez Colín, secretaria de Economía, dejó helados a propios y extraños, pues de acuerdo a sus estimaciones personales, la magnitud del yacimiento de Bacadéhuachi es inferior a lo que arrojan los estudios realizados por las compañías especializadas que llevan años explorando regiones con potencial para sacarles provecho.
México no tiene el yacimiento más grande de litio, no produce litio, no hay un solo kilogramo de litio que se produzca: Graciela Márquez Colín.
"Cuando se hizo esa estimación del yacimiento de litio se tomó en cuenta toda la arcilla, pero eso no es litio", enfatizó.
Por lo pronto, la oportunidad para México aguarda en la Sierra Madre Occidental, donde la naturaleza se empeñó en esconder al denominado "Oro Blanco".
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